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Clásicos del cine español: 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' o 'El viaje a ninguna parte'

Rafa Moyano selecciona algunos de los títulos que figuran en la historia del cine patrio

ARAGÓN CULTURA /
'Mujeres al borde de un ataque de nervios', de Pedro Almodóvar
icono foto 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', de Pedro Almodóvar

Ay Carmela

Dentro del cine ambientado en el momento histórico de la Guerra civil española tendríamos las recientes Mientras dure la guerra o La trinchera infinita; también la comedia Biba la Banda, sin embargo, las que, para mí, son las dos mejores películas sobre el conflicto tienen sello aragonés. La primera porque se rodó en nuestro territorio; la fantástica La vaquilla y la segunda porque su director es un genio aragonés como Carlos Saura; Ay Carmela.

Protagonizada por Andrés Pajares, Carmen Maura y Gabino Diego, nos sitúa en plena Guerra civil. Es entonces cuando un grupo de cómicos ameniza como puede la vida de los soldados republicanos. Cansados de pasar penalidades en el frente, deciden dirigirse a Valencia. Pero por error van a parar a la zona nacional, donde caen prisioneros. La única manera de salvar sus vidas es representar un espectáculo para un grupo de militares, que choca de lleno con la ideología de los cómicos.

El viaje a ninguna parte

Si seguimos avanzando en el tiempo llega la posguerra. Para este periodo, duro donde los haya en nuestra historia, nos encontramos con películas como Amantes, La niña de tus ojos, La lengua de las mariposas o la maravillosa El espíritu de la colmena; sin embargo, me voy a quedar con una película que supone por mi parte un homenaje a uno de los más grandes, sino es el más grande, de los cineastas españoles: Fernando Fernán-Gómez. Él escribió, dirigió e interpretó uno de los papeles destacados en el homenaje a los cómicos de la legua en El viaje a ninguna parte.

Franquismo, años cuarenta. En una compañía de cómicos de la legua medio emparentados entre sí, aunque no recuerdan con precisión cuál es su parentesco, surgen amores y desamores. Hay separaciones dolorosas y encuentros felices; el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, y el hambre con el sueño de alcanzar el triunfo.

El Verdugo

Podríamos seleccionar Historias de la radio, Bienvenido Mr Marshall, La gran familia y su búsqueda de Chencho, El cochecito, Los jueves milagro y tantas otras, pero me quedo con El verdugo, dirigida por Luis Garcia Berlanga y que se ha convertido en una de las grandes tragicomedias de la historia.

José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho a una vivienda. José Luis acaba aceptando la propuesta de su suegro con el convencimiento de que jamás se presentará la ocasión de ejercer tan ignominioso oficio.

Los Santos Inocentes

Si algo tiene el cine español que no tiene el extranjero es que es capaz de servirnos de espejo y reflejar, para lo bueno y para lo malo, la sociedad española, o parte de ella, en sus mejores y peores momentos. Y hemos sabido hacerlo desde la comedia como la saga de La escopeta nacional o desde la crudeza en películas como Furtivos y la que, para mí, es una de las películas con las mejores interpretaciones individuales de la historia del cine y no solo español; de hecho, en el festival de Cannes no pudieron premiar solo a uno, sino que dieron el premio a mejor actor a los dos protagonistas, Alfredo Landa y Paco Rabal. Hablo de Los santos inocentes.

Durante la década de los sesenta, una familia de campesinos vive miserablemente en un cortijo extremeño bajo la férula del terrateniente. Su vida es renuncia, sacrificio y y obediencia. Su destino está marcado, a no ser que algún acontecimiento imprevisto les permita romper sus cadenas. Adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes.

Mujeres al borde de un ataque de nervios

Hemos hablado de Luis Garcia Berlanga o Carlos Saura y es que el cine español nos ha dejado grandes directores. Luis Buñuel, Alejandro Amenabar, J. Bayona, Julio Medem, Alex de la Iglesia y podríamos seguir; pero hay uno que hace años dio un salto y todavía se mantiene como nuestro director más internacional.

Aunque empezara en la movida como cantante junto al sempiterno Fabio McNamara, enseguida dio el salto a la dirección. Su cine ha sufrido una constante evolución pero manteniendo siempre ese sello personal que nos mete dentro del universo Almodóvar. Dentro de su filmografía tenemos grandes películas; sin embargo, he hablado de su salto internacional y ese se produjo con Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Pepa e Iván son actores de doblaje. Él es un mujeriego empedernido y, después de una larga relación, rompe con Pepa: le deja un mensaje en el contestador pidiéndole que le prepare una maleta con sus cosas. Pepa, que no soporta vivir en una casa llena de recuerdos, decide alquilarla. Mientras espera que Iván vaya a recoger la maleta, la casa se le va llenando de gente extravagante de la que aprenderá muchas cosas sobre la soledad y la locura.

Amanece que no es poco

Por último, no quiero marcharme sin hacer el particular homenaje que el cine español ha hecho a la comedia. Y es que en todas las selecciones que hemos hecho hemos encontrado comedias en las que demostramos que si algo nos gusta a los españoles es una buena carcajada, con mayor o menor carga de profundidad, pero hay que reírse. No voy a hablar del landismo o las comedias facilonas de los 60, pero no puedo obviar grandes comedias como La ciudad no es para mí, El pisito o, más actuales, El rey pasmado, El bosque animado y la sempiterna Amanece que no es poco.

Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, regresa a España para disfrutar de un año sabático. Al llegar, se entera de que su padre ha matado a su madre y, para compensarlo de la pérdida, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos. Así es como llegan a un remoto pueblo de montaña que parece desierto; lo que ocurre es que todos los vecinos están en la iglesia, porque la misa es un auténtico espectáculo.

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