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Capítulo 5. Urraca de Castilla y Alfonso I de Aragón, las "malditas y excomulgadas bodas"

Las crónicas reflejan un matrimonio muy desgraciado y episodios de violencia entre ambos

ARAGÓN CULTURA /
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Alfonso I de Aragón y Urraca de Castilla fueron dos reyes que no estaban destinados a serlo, que llegan a la corona por la muerte sin descendencia de sus hermanos y que se unen en un matrimonio muy tumultuoso, pensado para solucionar los problemas de Castilla. La pareja nunca llegó a entenderse y se dieron, incluso, episodios de violencia entre ellos. Los documentos históricos han recogido los tremendos problemas de esta pareja obligada.

La muerte de Pedro I sin descendencia convirtió a su hermano Alfonso en rey en 1104. Hasta entonces su vida ha estado dedicada a la guerra y tomar Zaragoza será su primer objetivo. Es un hombre cercano ya a la cuarentena, soltero y sin hijos conocidos.

Urraca, hija de Alfonso VI de Castilla y Constanza de Borgoña, quedó huérfana de madre muy joven y fue casada a los doce años con Raimundo de Borgoña del que enviudó a los pocos años. La muerte de su hermano, el infante Sancho y de su anciano padre, la convierte en heredera al trono de Castilla y se disparan las alarmas.  ¿Acaso una mujer está capacitada para reinar? Si Urraca iba a ser la  primera reina que ejercía ese cargo por ella misma, como titular y no como esposa de un rey era necesario buscarle un marido, que mandara el ejército, enarbolara la espada y defendiera las fronteras.

Alfonso, además tenía un derecho lejano  al trono castellano por ser bisnieto de Sancho el Mayor, a pesar de que los nobles de Castilla preferían que la reina desposara a uno de ellos porque temían que el matrimonio con el monarca aragonés podría perjudicar sus intereses.

Alfonso I aceptó  el matrimonio. Ya que no podía acudir a liberar el Sepulcro de Cristo, pondría sus armas al servicio de la Cristiandad hispana gravemente amenazada por la irrupción almorávide.  El mejor biógrafo del rey Alfonso I, José Mª Lacarra, decía del Batallador:

"Sin duda un alto ideal le movía al aceptar este matrimonio, toda vez que, contra lo que era habitual entre los príncipes de su tiempo, había cumplido los 36 años y seguía soltero. Es muy posible también que una inclinación natural le apartara del trato con mujeres manifestada de modo público en todos sus actos, y que trascendió, incluso al campo musulmán. Refiere Ibn al-Athir que en cierta ocasión le preguntaron por qué no tomaba ocultamente por concubina a alguna de las hijas de los magnates musulmanes que tenía cautivos, a lo que el rey respondió: «Un verdadero soldado debe vivir con hombres, y no con mujeres». Pero al matrimonio con Urraca, propuesto por el anciano y achacoso monarca castellano [Alfonso VI] no podía poner excusa alguna una conciencia tan escrupulosa de sus obligaciones como caballero cristiano"

Se casaban pues, por primera vez, dos reyes. Las crónicas describen a Urraca como una mujer de carácter  dominante, irascible, caprichoso y voluble y a Alfonso como un guerrero antes que cualquier otra cosa, intransigente  y misógino.

La boda se celebró en octubre de 1109 en el castillo de Muñó (cerca de Burgos), cuando Urraca ya era reina pues su padre Alfonso VI había muerto a fines de junio de 1109 y la Primera Crónica Anónima de Sahagún, casi contemporánea y tremendamente contraria a Alfonso de Aragón  (escrita entre 1109 y 1117) calificó el enlace  como "las malditas bodas e escomulgadas" ya que para algunos, esta boda no era lícita por su grado de parentesco:

"Y éste era el parentesco: el rey don Sancho llamado el mayor tuvo dos hijos:  don Fernando rey de Castilla y  don Ramiro rey de Aragón; y don Fernando tuvo un hijo, don Alfonso quien tomó Toledo, padre de doña Urraca; Y don Ramiro tuvo un hijo, don Sancho, que murió en el sitio de Huesca, padre de este don Alfonso, marido de esta doña Urraca, así que el parentesco era en tercer grado"

Era una consanguinidad prohibida por la Iglesia pero que los monarcas europeos se saltaron con frecuencia cuando les interesó. Las crónicas castellanoleonesas fueron claramente hostiles al rey de Aragón y mencionan desastrosas premoniciones respecto a este matrimonio:

"Era como si claramente Nuestro Señor quisiera dar una gran señal quisiese demostrar que aquella unión estaba hecha para el daño y destrucción de España y no para la conservación de ella. Esta maldita cópula y unión fue el origen de todos los males que surgieron en España porque de aquí vinieron grandes muertes, le siguieron robos, y adulterios y casi todas las leyes y fuerzas eclesiásticas quedaron muy menguadas… La unión del matrimonio no era lícita ni debía haberse hecho"

Las graves desavenencias entre los cónyuges aparecieron desde el primer momento y pronto surgió la idea de la separación. Además de la disparidad de caracteres entre los cónyuges había muchos intereses en contra del  matrimonio.

Urraca decidió alejarse de Alfonso y se refugió en el monasterio de Sahagún. Alfonso I recibió noticias de que el arzobispo de Toledo estaba maniobrando para obtener la nulidad matrimonial. Este hecho, unido a los rumores de que la reina mantenía una relación amorosa extramatrimonial hizo que el rey de Aragón decidiera encarcelar a Urraca en la fortaleza de El Castellar y dirigiera su ejército contra todas aquellas plazas leonesas, gallegas y castellanas que se habían posicionado a favor de Urraca.  Urraca consiguió escapar y volver a sus reinos. El matrimonio estaba definitivamente roto y ya no era posible el arreglo.

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