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Capítulo 3. La dama sin nombre y las primeras alianzas con Francia.

Las mujeres de Sancho Ramírez

ARAGÓN CULTURA /
Felicia de Roucy
icono foto Felicia de Roucy

Año 1043. Nace Sancho Ramírez, Sancho, nombre vinculado a la casa real de Pamplona y Ramírez, por su padre, Ramiro, el primero de Aragón. El territorio de frontera,  la guerra y la religión serán las tres claves de su vida. Una peregrinación a Roma en 1068, lo convierte en soldado de San Pedro y pondrá su reino bajo el patronazgo apostólico. Hombre profundamente religioso, durante su reinado impulsará la reorganización y modernización del clero, con dos reformas, la que llega de Cluny y la gregoriana que desde San Juan de la Peña, supone el abandono de la iglesia aragonesa del rito mozárabe para incorporar la liturgia romana.

Su visión europea le llevó a entender sus matrimonios como parte de la estrategia de crecimiento del reino y también de sus arcas, llenas gracias al pago de las taifas y de los impuestos de pasos fronterizos. ¿Qué sabemos de las mujeres que estuvieron a su lado durante su reinado? 

De la primera, ni siquiera conocemos con certeza su nombre de pila, incluso algunos cronistas, desde el anónimo autor en la segunda mitad del siglo XIV de la Crónica de San Juan de la Peña a Jerónimo Zurita en el siglo XVI y otros posteriores, o eluden citar a esta mujer de la casa condal de Urgel o la mencionan erróneamente como Felicia, nombre que en realidad corresponde a la segunda esposa de Sancho Ramírez. Si se sabe que fue una mujer de la casa condal de Urgel, un matrimonio que le resultaba conveniente al primer rey de Aragón, Ramiro I para su hijo y sucesor Sancho Ramírez.

Carlos Laliena señala que “el objetivo del monarca aragonés [Ramiro I] era atraerse un duro competidor en la pugna por las parias de los musulmanes de la región del Cinca, en una fase particularmente delicada, cuando el vizconde de Ager, Arnau Mir de Tost, y el conde Barcelona, Ramón Berenguer I, se habían apoderado de importantes castillos en ella".

Hasta hace unas décadas (y dada la mentalidad tradicional imperante) se consideraba que la primera esposa había fallecido porque Sancho Ramírez contrajo un segundo enlace. Hoy sabemos que no fue así.  El matrimonio terminó con un repudio, cuyos motivos se ignoran, en torno a 1069 y es en este espacio de tiempo cuando nace el futuro Pedro I. Poco después, hacia 1070, ella contrajo un nuevo matrimonio con el conde de Cerdaña Guillem Ramón. Se considera que debió fallecer hacia 1085 y que sus restos se enterraron en el monasterio de San Miguel de Cuxá o Cuixá, en el sur de Francia, el centro predilecto de la casa condal de Cerdaña en el que las dinastías gobernantes solían tener un lugar predilecto como panteón.

Ni siquiera en la documentación de su hijo se le pone nombre propio. Así en noviembre de 1094 su hijo Pedro I se escribía:

"En el nombre del santa e individua Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, amen. Yo el rey Pedro, hijo del rey Sancho, movido por el amor divino, para la remisión de todos mis pecados y por el alma de mi padre y de mi madre y de todos mis parientes, doy, concedo y confirmo al Señor Dios y a Santa María de Obarra y al monasterio de San Victorián de Asán…" 

Una vez liberado de este matrimonio, Sancho Ramírez miró al otro lado de los Pirineos y concertó una segunda boda que fue la puerta de entrada de Aragón en el corazón de Europa. La elegida fue Felicia de Roucy, hija de Hilduino III de Montdidier, señor de Rametupt y de la condesa Adela de Roucy, biznieta del rey de Francia Hugo Capeto. El enlace de Sancho Ramírez y Felicia de Roucy era útil a todos. Al Papa, al rey de Aragón y a la familia de la nueva reina. 

Su boda se celebró hacia 1070 y el año siguiente nació su primer hijo, el infante Fernando, hacia 1072-2073, el futuro Alfonso I y trece años más tarde el que sería Ramiro II. Pudo haber más descendencia, pero no ha pasado a la historia.  Una decena de documentos hacen referencia a Felicia de Roucy, rara vez como protagonista absoluta de un acto, en alguna ocasión conjuntamente con su esposo y en la mayor parte de las ocasiones se alude a ella de manera tangencial. Otros muchos pudieron haber sido falsificados, una acción habitual en la época. 

Murió pasado el mes de enero de 1094, sin que existan más datos y fue enterrada como su marido, en San Juan de la Peña. Nos legó una las piezas de orfebrería más exquisitas que existen, el Evangeliario de doña Felicia, actualmente en el  Metropolitan Museum of Art de Nueva York por donación de J. Pierpont Morgan en el año 1917. 

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