La guerra de Ucrania duplica la producción de arcilla de Teruel y hay 48 solicitudes para abrir explotaciones

La crisis derivada de la guerra de Ucrania ha provocado que las grandes empresas pongan su mirada en Teruel para comprar arcilla blanca. En esta provincia se concentra casi la totalidad de las minas de arcillas de todo Aragón, 42 de las 44. En 2018, en Teruel había 35 minas de arcilla y en este momento hay 48 solicitudes pendientes para nuevas explotaciones.

La arcilla blanca tiene denominación de origen turolense. Podría considerarse el último producto con sello de Teruel que se multiplica. En cinco años se ha doblado la producción y ha pasado de dos millones de toneladas a 4,5 millones, después de que la guerra de Ucrania, de donde procedía entre el 60% y el 70% de la arcilla, lo cambiara todo.

Arcillas de Oliete es la única empresa turolense y familiar en una provincia donde han desembarcado todos los gigantes de la arcilla. “Estamos comprometidos en dar un enfoque que creemos único en esta industria, el de la minería consciente de ser realista con el recurso que trabajas y ser responsables de garantizar su disponibilidad durante muchos años más”, asegura la responsable de investigación de la empresa, María Pérez.

Este sector da trabajo a medio millar de personas en la provincia turolense y podrían ser más, porque en los últimos años se han solicitado permisos para abrir 48 nuevas explotaciones.

En Estercuel, con dos minas ya operativas (solo de una de ellas se extraen 150 camiones a diario), se oponen a los tres nuevos proyectos solicitados. Supondrían 5 kilómetros de explotación que afectarían a olivos, pinares, a una explotación ganadera y al Monasterio del Olivar. “Todo tiene un límite. Ahora mismo en Estercuel, si se abrieran esas tres minas, habría cinco explotaciones rodeando el pueblo y eso es imposible de mantener”, subraya su alcalde, Joaquín Lahoz.

Solo el año pasado cayeron las importaciones de arcilla en España un 60%, con un sector que sufre además un parón. Un nuevo panorama donde Teruel se ha convertido en el refugio de los grandes grupos.